CURSO DE INSTRUCTORES PARACAIDISTAS
La mili tenía sus jerarquías, su disciplina y sus rigores… pero también sus pequeñas tretas para sobrevivir. Apenas colgaban un cartel anunciando cursos, allá íbamos en tropel, firmes y decididos, no por ansias de aprendizaje, sino por el viejo arte de esquivar las guardias. Cualquier excusa servía: transmisiones, cocina, topografía o lo que se inventaran. Lo importante era no acabar de madrugada, con el fusil colgado, contando estrellas o helándose en el garito. En esta foto aparecemos serios, casi solemnes, como si fuésemos soldados ejemplares. La verdad, sin embargo, es más entrañable: fuimos jóvenes que, entre disciplina y picardía, aprendimos a reírnos de la vida y de nosotros mismos.
De Soldado a Cabo: Una Transformación Radical
Ascender de Soldado a Cabo es una experiencia que se siente como un cambio de la noche al día. En un cuerpo tan prestigioso como el de los paracaidistas en el Ejército del Aire, el sacrificio se convierte en una constante, pero alcanza su apogeo en el momento en que cruzamos esa línea de ascenso.
Al llegar al grado de Cabo en la Escuela Militar Paracaidista del Ejército del Aire, nuestras vidas toman un rumbo completamente diferente.
Ya no habitamos en el cuartel. Ahora, nos encontramos en una pensión frente a la base, donde mejoramos nuestra calidad de vida. Comemos mejor, tenemos más tiempo para nuestros hobbies y disfrutamos de un sentido de autonomía y responsabilidad que es tanto emocionante como desafiante.
Cuando miramos hacia atrás, no es solo un ascenso en rango; es un reconocimiento de nuestra dedicación, una oportunidad para liderar con el ejemplo y un paso hacia adelante en nuestra carrera militar.